Vang Vieng
Hay 3 tiendas de bocatas en una de las calles centrales de Vientiane que estan muy bien. Pero en concreto hay una de ellas que es toda una experiencia. Antes de salir para el norte no pudimos evitar el ir a desayunar alli una vez mas. Esta vez los bocatas fueron de mantequilla y miel, a juego con el cafe "resucitamuertos" estilo local.
Queriamos ir a Luang Prabang, pero el trayecto es muy largo. La parada mas logica es la de Vang Vieng. Habiamos leido cosas buenas y malas de ese sitio, pero lo que no tenia sentido es hacerse todo el tramo hasta Luang Prabang de una tacada. Cogimos un autobus local, que era mas barato y solo tarda un poco mas. Los pueblos se iban haciendo mas pintorescos a medida que nos acercabamos a Vang Vieng, al tiempo que el terreno se iba haciendo mas abrupto.
Vang Vieng es famoso por su paisaje lleno de unas formaciones rocosas muy abruptas. Tambien es famoso entre cierto tipo de mochileros adolescentes que se comporta como si no hubiera alcohol en su propio pais, y tienen que venir aqui a hacer el paripe. Para no tener que pasar verguenza ajena nos buscamos un alojamiento en la otra punta del lugar, y fue un exito.
Despues alquilamos un par de bicicletas y nos fuimos a hacer un recorrido muy escenico por entre los arrozales y los dichosos peñascos. El entorno era una gozada.
Pero gracias a la mala calidad del terreno y lo pesadas que eran las bicletas acabamos deslomados. Despues de cenar caimos como moscas.
A la mañana siguiente emprendimos el largo viaje hacia Luang Prabang, que desde el punto de vista del paisaje no fue menos entretenido que el del dia anterior.
Se veia mucha gente recogiendo escobas por el monte y habia pueblos enteros construidos a base de paredes de hoja de bananero.
Es curioso, porque por las facciones la gente parece mas bien tibetana. A los niños se les podia ver sin pañales ni pantalones ni nada ... mas ecologico.
Y a la hora de comer, nos pararon en un sitio donde nos comimos el mejor bocata del viaje ... aunque casi reventamos.
Queriamos ir a Luang Prabang, pero el trayecto es muy largo. La parada mas logica es la de Vang Vieng. Habiamos leido cosas buenas y malas de ese sitio, pero lo que no tenia sentido es hacerse todo el tramo hasta Luang Prabang de una tacada. Cogimos un autobus local, que era mas barato y solo tarda un poco mas. Los pueblos se iban haciendo mas pintorescos a medida que nos acercabamos a Vang Vieng, al tiempo que el terreno se iba haciendo mas abrupto.
Vang Vieng es famoso por su paisaje lleno de unas formaciones rocosas muy abruptas. Tambien es famoso entre cierto tipo de mochileros adolescentes que se comporta como si no hubiera alcohol en su propio pais, y tienen que venir aqui a hacer el paripe. Para no tener que pasar verguenza ajena nos buscamos un alojamiento en la otra punta del lugar, y fue un exito.
Despues alquilamos un par de bicicletas y nos fuimos a hacer un recorrido muy escenico por entre los arrozales y los dichosos peñascos. El entorno era una gozada.
Pero gracias a la mala calidad del terreno y lo pesadas que eran las bicletas acabamos deslomados. Despues de cenar caimos como moscas.
A la mañana siguiente emprendimos el largo viaje hacia Luang Prabang, que desde el punto de vista del paisaje no fue menos entretenido que el del dia anterior.
Se veia mucha gente recogiendo escobas por el monte y habia pueblos enteros construidos a base de paredes de hoja de bananero.
Es curioso, porque por las facciones la gente parece mas bien tibetana. A los niños se les podia ver sin pañales ni pantalones ni nada ... mas ecologico.
Y a la hora de comer, nos pararon en un sitio donde nos comimos el mejor bocata del viaje ... aunque casi reventamos.
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